martes, 23 de octubre de 2018

LA FORMA DEPORTIVA


Para tener una buena forma deportiva hay tres factores que son fundamentales encontrar en un deportista que se encamine al éxito que trataremos a lo largo del presente ensayo sin intentar sobrevalorar o subvalorar ninguno de los temas tratados, ya que considero que todos tienen la misma relevancia.


1. La genética: El doctor Per-olof, afirma que que la persona que deseará convertirse en campeón olímpico, tenía que tener mucho cuidado a la hora de escoger a sus padres (Gómez, 2013). (Bouchard, Malina, & Pérusse, 1997; Lorenzo, 2003; Epstein, 2014): la primera sostiene que ser un campeón deportivo se encuentra implícito en la genética de cada persona; la predominancia de unos determinados genes en un individuo le permitiría triunfar en una modalidad deportiva en concreto. El ADN humano está formado por 3500 genes de los cuales 200 están vinculados al rendimiento deportivo (Gómez, 2013) por lo tanto el factor genético es un “limitante no modificable” que marca la diferencia entre un campeón y el segundo lugar en una competición. (Gutiérrez, 2013, p.60)

. 2. Los años de práctica y entrenamiento:  basar la excelencia en la práctica deportiva únicamente en el factor genético no permitiría contemplar esta imagen en su totalidad sino solo parcialmente (Ruiz, 1999). Poseer un potencial genético favorable para la práctica deportiva no garantiza el éxito en ella, es necesario un correcto desarrollo a través del entrenamiento (García et al., 2003; Arias, 2008). Por ese motivo Galton, en Horton (2012), destaca tres componentes principales para el logro de la excelencia deportiva: capacidades innatas, concentración y capacidad de trabajar duro.

-  3. El entrenamiento psicológico: Es un requisito importante y necesario en toda actividad deportiva tanto que no podemos hablar de un deportista exitoso sin tenerlo en cuenta a pesar de una buena predisposición genética y excelente preparación técnica y física. El entrenamiento psicológico se basa en el desarrollo mental; este a su vez para abordarlo tenemos que tener en cuenta los factores que lo conforman, que son:

Autoestima: El deportista debe tener consolidada una buena autoestima, sino cada derrota será vivida y sentida como algo muy doloroso que atenta contra su ego (yo) que atenta contra su ego (yo), lo que podrá generar frustración e incluso abandono de la práctica deportiva.

Autoconfianza: La confianza en sí mismo es vital para cualquier deportista, un deportista con una pobre confianza, nunca podrá rendir su verdadero potencial. capacidad debe estar desarrollada de tal manera que no sólo se tenga confianza, sino que pueda mantenerla o recuperarla.

Tolerancia a la frustración: importante la educación que se le ha dado de chico al deportista, mientras más acostumbrado haya estado a que le satisfagan sus caprichos y no se le haya fomentado la autonomía en sus acciones, tendrá menos tolerancia a la frustración y esto se verá reflejado en su deporte. Esto sólo se podrá cambiar con un buen entrenador, que sea consciente de esto con el apoyo y asesoramiento de un psicólogo deportivo que lo ayude a trabajar el tema con los padres.

Perseverancia: Se debe tener esta en el deporte competitivo para soportar largas, duras e intensas sesiones de entrenamiento, privaciones (alimentación, diversión, fiestas, trasnochadas, etc.) y los sinsabores de la vida competitiva en el deporte, derrotas con las que tiene que lidiar para llegar a la cima, la incertidumbre de si podrá lograr sus objetivos.


Diversión: Los deportistas exitosos no olvidan esto y es más, disfrutan más que nada         las situaciones mayormente difíciles y complicadas, lo que más gozan son las situaciones extremas. Un atleta que no se divierta en su deporte no durará mucho en el circuito competitivo.

Manejo de las Emociones: el deportista no debe permitir que las emociones negativas como el enojo, la frustración o la rabia se apoderen de él, porque eso lo único que ocasionará es sacar al deportista de la competencia, consumir sus energías y desenfocarlo o desconcentrarlo de la labor que tiene que realizar. se debe buscar y promover las emociones positivas.

Manejo de los pensamientos: La mente nos habla constantemente, es por eso, que un deportista debe educar su mente para que lo alimente de los pensamientos adecuados. si la mente dice: "tú puedes hacerlo", se incrementará el rendimiento, alcanzando muchas veces mayor importancia y relevancia que el aspecto técnico. El deportista juega como piensa.

En conclusión, la forma deportiva esta interrelacionada entre los factores mencionados anteriormente; la buena genética no supone el éxito deportivo si no se prepara física y técnicamente el deportista, aunque pueda ser crucial a la hora de estar entre un primer y segundo puesto en competición teniendo en cuenta también los factores psicológicos que acompañan la preparación deportiva.













BIBLIOGRAFÍA
Gómez-Gallego, F. (2013). El deportista de élite: ¿nace o se hace? SEBBM Divulgación. La ciencia al alcance de la mano, 29, 1-2

Gutiérrez-Lillo, C. (2013). Un campeón: ¿nace o se hace? Revista Motricidad y Persona (12), 59-62.

Horton, S. (2012). Environmental influences on early development in sport experts. En J. Baker, S. Cobley & J. Schorer (Eds.), Talent identification and development in sport: international perspectives (pp. 39-50). Milton Park: Routledge.

Bouchard, C., Malina, R & Pérusse, L. (1997). Genetics of fitness and physical performance. Champaign: Human Kinetics.

Ruiz-Pérez, L. M. (1999). Rendimiento deportivo, optimización y excelencia en el deporte. Revista de Psicología del Deporte, 8(2), 235-248.

Skinner, J. S. (2001). Do genes determinate champions? Sports Science Exchange, 14(4), 1-15.

García-Manso, J. M., Campos-Granell, J., Lizaur-Girón, P., & PabloAbella, C. (2003). El talento deportivo. Formación de élites deportivas. Madrid: Gymnos.

Nieri, D. (2005). Visible body: Lecturas de educación física y deportes. Argentina. Recuperado de http://www.efdeportes.com/efd90/mental.htm


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